Editor: Mario Rabey

13 de enero de 2011

El Canto con Caja

por Leda Valladares


Copleros en Bárcena, Quebrada de Humahuaca,
febrero de 2001. Foto: Mario Rabey
El canto con con caja integra un ritual sagrado y festivo de la cultura andina. Sagrado en sus epocas de siembra, cosecha y marcacion del ganado donde se ruega la abundancia y el "multiplicado de la hacienda". Festivo y desmesurado en sus carnavales. Alli culminan todas las expanciones del canto y la danza, y la vida peligra olvidando su ritmo ecologico. El canto y el tambor llamado caja desatan la reserva natural del indio y su comunidad. Todo libera, en especial los reflejos del mito y la leyenda, la poesia de la vida entre sus cerros y soledades donde los pastoreos del hombre y de la mujer cosechan silencio y sabiduria.

Comunión y alabanza, unidad con el universo refleja ese canto de siglos. Canto comunitario de alma colectiva pero tambien de "solistos" que se desangran, o dúos en lamentos de vidala. Y abundan los contraputos de mujer y de hombre que muestran como se aman o se desprecian.

Peru, Bolivia, Chile y algunos pueblos de Ecuador perpetuan este canto inmemorial. Argentina en aldeas y caserios cerriles en Jujuy, Salta, Tucuman, Catamarca, La Rioja, y en las salitrales y arenosas tierras de los montes de Santiago del Estero.

En Argentina el canto con caja tiene tres canciones y multiples repertorio de ellas: baguala, tonada y vidala. Cada una pertenece a un sistema musical diferente.

Carlos Vega fundador de nuestro Instituto de Etno-musicologia, estudió los cimientos de nuestro cancionero y canciones. Afirma que la baguala se urde en la trifonia indigena de Los Andes, trifonia en modo mayor. Ella abarca el territorio que ocupaban las antiguas naciones de la lengua cacana: Pulares, Calchaqui y Diaguitas que "son los progenitores de las comunidades hoy folcloricas y anteriormente etnicas que cantan la baguala en su propia area pre-colombina".

La denominaciona popular de la baguala no es corriente en todas las provincias del N.O. argentino. En Tucuman se llaman "arribeña" y "y joi-joi"". En Salta "baguala", en Catamarca "vidala coya" y en La Rioja "vidalita".

La tonada que abunda en Jujuy (Altiplano y Quebrada de Humahuaca) es llamada en sus regiones de canto "tonada" o "copla". Hay tonada de dos, tres , cuatro y cinco notas como si buscaran la pentafonia que abunda en Tarija (Bolivia). Recordemos que Tarija era parte de Argentina hasta fines del siglo 19.

Carlos Vega agrega que "la vidala pertenece a un sistema musical propio de Sudamerica, con buen espacio de vida en el siglo 18 siendo una cancion exclusivamente argentina por sus estructuras musicales como peticas".

"Invade las regiones del antiguo Tucuman (N.O. argentino) y es evidente su complejidad porque acusa diferentes sistemas musicales siendo su rasgo permanente bimodalidad con cuarta aumentada".

Este criterio es confirmado tambien por Isabel Aretz que fue discípula de Carlos Vega. En sus innumerables viajes de estudio recogió en Catamarca y La Rioja un grupo de temas que denomina "vidalitas andinas" que registran a menudo trifonia, tetrafonia y pentafonia, como tambien bimodalidad. Aretz deduce que estas melodias son restos de un antiguo sustrato musical que pudo irradiar del antiguo Peru. Muchas de estas canciones se resisten a ser cantadas en terceras paralelas , como se cantan la mayoria de las vidalas.

Grito en el cielo nos instala en el canto ancestral con una tecnica de expresion milenaria y poderosas melodias.

Los sagrados cantores de los valles, los "vallistos" que descienden de los siglos andinos nos estan esperando en los cerros del noroeste argentino para revelarnos otra dimension del canto, terrestre y sideral. Al escucharlos aterrizamos en America y la descubrimos. Sus discurso de cantores es la suprema desnudez: solo tres notas escalofriadas por la voz del abismo. Este rayo nos inicia en el canto planetario que establece la jerarquia del grito y el lamento como sacralidades del iniciado.

Los "vallistos" nos alumbran el despeñadero del canto. De ellos buscamos sus secretos, su repertorio, sus baqueanías y zarpazos.

Para los que claman "las fuentes" queda sonando esta magia, y para esas multitudes estudiantiles que sin saberlo van suplicando raices para afincar su sed de rumbo y belleza.

La montaña nos muestra el milagro. Las ciudades deberan bendecirlo y enarbolarlo para que cumpla su mision de epicentro solar.

Leda Valladares, Buenos Aires 1991

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